Una de las finalidades fundamentales, si no la esencial, del proceso evaluativo es el mejoramiento y el desarrollo. Lo anterior, cobra mayor relevancia en el nivel primario de la educación, el cual es decisivo en la formación de las personas que hoy conforman la niñez, pero que en el futuro cercano serán las ciudadanas y ciudadanos que tendrán en sus manos su propio desarrollo y el de la región. Sin embargo, para nadie es un secreto que dentro del proceso educativo de nuestras escuelas, la evaluación se encuentra todavía en un deber ser, que tiene que ser transformado por las y los docentes para cumplir con la finalidad planteada líneas arriba.
Y qué mejor forma de plantear este proceso de cambio que con las futuras y futuros docentes, es decir, con aquellas personas que están formándose para ser guías en el aprendizaje de la niñez. Hacer una obra motivadora y que a la vez muestre una nueva visión de la evaluación ha sido un verdadero reto. Pero hacerla para enseñar, lo ha sido todavía más.