El método expositivo está centrado básicamente en la comunicación unidireccional del profesor con el alumno, en el sentido que, el profesor enseña mostrando los contenidos a aprender, exponiéndolos, para que el alumno mediante la atención y la toma de notas comprenda de forma mas sencilla el tema del se esta tratando. Este método se aplica de manera que los estudiantes adquieran estrategias, que no sean memorísticas ni repetitivas.
Para conseguir que los aprendizajes realizados con métodos expositivos no sean memorísticos y se olviden fácilmente, es necesario cumplir ciertas condiciones: no es suficiente que el profesor presente los nuevos contenidos de forma muy estructurada, clara y bien sistematizada, en este sentido, enseñar no implica necesariamente aprender; se requiere que los estudiantes tengan determinados conocimientos ya adquiridos que den sentido a los nuevos aprendizajes y una buena disposición para poner en funcionamiento sus capacidades.
Los objetivos de la técnica expositiva son la transmisión de conocimiento, ofrecer un enfoque crítico de la disciplina que conduzca a los alumnos a reflexionar y descubrir las relaciones entre los diversos conceptos, formar una mentalidad crítica en la forma de afrontar los problemas y la capacidad para elegir un método para resolverlos.
Objetivos
Los objetivos del método expositivo pueden expresarse así: a) Posibilitar la transmisión de información y conocimientos lógicamente estructurados y que posen continuidad, con un dispendio mínimo de tiempo. b) Transmitir experiencias personales que aun no figuran en las formas convencionales de comunicación. c) Economizar tiempo esfuerzos cuando haya urgencia en hacer una comunicación. d) Motivar a un grupo para que proceda a hacer estudios más profundos sobre un tema determinado. e) Posibilitar la síntesis de temas extensos y difíciles, que, de otra manera, sería trabajoso y problemático abordar.
Condiciones para una exposición eficiente
Para que la exposición sea eficiente, debe rodeársela de muchos cuidados y debe ser dinámica, alternada con diversos recursos concretizantes y participantes, conforme se detallan a continuación.
Establecer con claridad los objetivos de la exposición.
Planificar bien y lógicamente la secuencia de los tópicos que construyen la exposición.
Conocer bien al auditorio y sus necesidades.
Tratar de satisfacer realmente la expectación creada en la fase inicial de motivación.
Dar un cierto colorido emocional a la exposición, pero sin exagerar.
Mantener al auditorio en actitud reflexiva, planteando, cuestiones que exijan razonamiento.
Intercalar, aquí y allá, breves e inteligentes interrogatorios.
Relatar, cuando sea oportuno, o para dejar descansar al auditorio, anécdotas pertinentes.
Promover la proyección de filmes o diapositivas para motivar, comprobar o provocar observaciones.
Realizar demostraciones breves, y convincentes, en momentos apropiados.
Mostrar grabados, gráficos o láminas que ilustren mejor la exposición.
Promover ejercicios rápidos y objetivos, siempre que sea el caso.
Realizar, periódicamente, recapitulaciones, que reavivan las nociones tendientes a facilitar la comprensión.
Promover, antes de la exposición, experiencias que funcionan como motivación, que no sean muy largas.
Aprovechar vivencias de los oyentes para enriquecer o comprobar la exposición.